La guerra de los Mil Años

 
Quizás me había precipitado al decir todo aquello, pero tenía que preguntar y eso le dolió más de lo que yo siquiera imaginaba, quizás tan solo fuera una actuación y yo había caído en ella, sacudí la cabeza rápidamente volviendo al estado que quería mantener. Escuché que no se arrepentía de haberme traicionado, de haberme usado, de ocultar la verdad… no se arrepentía de nada de eso. Luego de eso se mantuvo un rato en silencio, tiempo que yo aguardé sin presionar, esperando algo que me hiciera volver a ser amable con él. Cain empezó a negar estar fingiendo la amistad, y todo lo que había sucedido anta ayer.
 
Pero luego dijo algo que me desconcertó, él mismo dijo que era lo que los demonios hacían… engañar y mentir, ya no sabía si lo que había dicho antes era verdad o solo un ejemplo de lo buen mentiroso que era. Al poco añadió otra palabra que me hizo ponerme en tensión, e inconscientemente rozar con suavidad el mango de mi mandoble que no había soltado para el paseo por pura costumbre de cogerlo al salir del lugar en el que estaba. No podía dejar que me volviera a pasar, no consentiría otra muerte a manos de un demonio y menos de gente a la que quería proteger, por más que quisiera sabía que sufriría si aquella amenaza era real y tenía que atacarle, pero si era necesario seguramente lo haría.
 
Empezó a reírse de forma macabra, eso consiguió estremecerme llenándome de recuerdos poco agradables que aparecían una y otra vez por más que los intentaba olvidar. Detrás de mí noté como Edahi me avisaba de que me alejara, aunque fui incapaz de analizar la frase antes de ver que Cain se transformaba en un lobo… pero no era él era un ser oscuro, de ojos rojos y poder malvado. Entonces salió corriendo golpeando a Tefael que estaba volviendo al escuchar más voces. Asustada de que le hubiera hecho mucho daño me quedé paralizada, quizás si le hubiera parado antes… si le hubiera dejado hablar… si le hubiera matado o si él me hubiera matado a mí… nada de esto habría sucedido, no tendría por qué haber salido herido Tef, ni por qué estar él cubierto de oscuridad.
 
Intenté dar un pasó, pero no pude hasta que Wendy me habló, sólo hablaba de Cain, quizás sin ver a lo lejos cómo había chocado con Tefa que sin esperárselo había acabado golpeado. Pude respirar cuando vi que se levantaba tranquilamente y me sonreía como si nada hubiera sucedido –De acuerdo- le respondí a Wendy –Por los viejos tiempos- murmuré un poco más para mí antes de despegar velozmente sin saber a dónde iba Cain y si alguien me seguiría.
 
Volé notando cómo al final se habían decidido por acompañarme, aterricé un poco más lejos de donde estaba él, se había metido de lleno en una batalla y estaba siendo atacado por humanos asustados que empezaban a actuar conjuntamente entre ellos para librarse de aquel ser que parecía tener fuerza suficiente como para matarlos. Ya con mis alas escondidas caminé entre las personas desenvainando mi arma, muchos me reconocieron y gritaban mi nombre con euforia pidiéndome que les librara de aquel ser extraño, esto solo lo hacía más difícil –Edahi…- le llamé mientras me giraba ligeramente para que me oyera –Duérmelos- le ordené, solo eran un estorbo ahora, y no podía lidiar con todos al mismo tiempo. Haciéndome caso, Edahi hizo caer a todos los soldados dejándome solo una preocupación justo enfrente de mí.
 
Respiré hondo todavía con mi mandoble entre mis manos, y di un paso más hacia delante –Cain, perdóname por esto…seguramente te dolerá- clavé la espada en la tierra con la mayor fuerza que pude, hinqué una de mis rodillas en el suelo sujetando la espada y agachando la cabeza con los ojos cerrados y las alas extendidas… y por primera vez desde que nos habíamos conocido, recé… aunque fue más una petición que un rezo, era la misma llamada  –Protectores de los cielos y de la luz, guardianes de las almas que descansan en espera de un nuevo mundo que habitar. Os pido que le otorguéis a esta humilde sirvienta el poder de la absorción… a cambio yo permitiré la destrucción y desintegración de mi alma permanentemente una vez cumplida mi petición- Tragué saliva pues sabía que si de verdad aceptaban mi súplica seguramente destruirían mi alma nada más cumplir mi deseo. Quizás nadie comprendería mi afán por salvar a Cain después de todo lo que me había hecho, pero era incapaz de matarlo o de dejarlo en el estado en el que se encontraba, quería que se pusiera bien y que viviera una vida larga y tranquila… sin embargo prefería que fuera sin mí. Yo tan solo ocasionaba problemas a las personas a las que quería, nunca les ayudaba a nada que les importara, y siempre me acababan dejando sola por qué no era capaz de ser feliz, ni de disfrutar, ni de amar.
 
No tardaron casi nada en responder, un débil haz de luz plateada impactó contra mí, volviendo mis alas relucientes como habían sido siempre y un poder que no tenía por mí misma. Me levanté y volví a hacer aquel hechizo que hice una vez en poca cantidad, empecé a atraer la oscuridad de Cain hacia mí y dejando que entrara en mi interior, esta vez no era una cura lo que estaba haciendo, tan solo le estaba desnutriendo poco a poco mientras de nuevo mis alas incluso en aquel haz de luz mis alas se tornaban negras y se le caían las plumas debido a la gran cantidad de maldad extraída.
 
Abrí los ojos cuando noté que me había caído al suelo, pero no veía nada, todo era borroso para mí, no pude evitar sonreír pensando que esta no era la manera que tenía pensada para morir, pero no me podía quejar, al menos había decidido por mi misma y tenía todos los cabos atados. Esos fueron mis últimos pensamientos antes de volver a cerrar los ojos.
 
 

Edahi:

 
Cain estaba muy raro cuando conseguí calmarme un poco para hablar civilizadamente, enseguida lo comprendí cuando escuché aquel siniestro ruido, algún conjuro se había roto y ahora estaba empezando a demostrar lo que llevaba en su interior. Miré a Silya que se había puesto a la defensiva, pero para mi gusto con evidente indecisión de que hacer al respecto. Él en vez de atacarnos salió corriendo en otra dirección, justo de la que venía Tefael que no pensó ni por un segundo encontrarse con un lobo gigante que no mirara por donde va.
 
Yo corrí en su dirección, pero a mitad de camino ya se había levantado, y hacía señas a Silya de que estaba bien. Ella sin pensárselo más alzó el vuelo en su busca y yo dudé pues aunque había sonreído normal, tenía las alas bastante mal, al ser derribado y haber chocado contra el suelo a esa velocidad se había raspado la espalda y la unión con las alas… pero cómo ahora estaban negras no era capaz de decir cómo de grande eran sus heridas. Él actuó con normalidad, cómo si aquello no hubiera ocurrido, y yo hice lo mismo entendiendo por qué lo hacía.
 
Al ver correr a Wendy, saqué mis alas y fui tras ella para justo al llegar, cogerla de forma que pudiera mantenerla en el aire sin que pensara que se fuera a caer –Sujétate- le pedí antes de elevar el vuelo junto a Tefael que había hecho lo mismo que yo. Miré en la dirección en la que se habían marchado, Silya nos llevaba bastante ventaja porque no tenía nadie a quien llevar.
 
Wendy y yo llegamos antes que los otros que iban un poco más rezagados, al posarme y dejarla en el suelo de pie, Silya me habló, me pedía que los durmiera a todos, no sabía que pretendía, pero era evidente que con tantas personas no podía hacer nada así que posé mi mano en el suelo y los llevé al mundo de los sueños, sin embargo me tuve que ir en parte con los guerreros, porque sino encontrarían rápido el camino de vuelta a la conciencia y en unos minutos estarían de vuelta. Siempre me había costado hacer aquello de dormir a mucha gente al mismo tiempo y mantenerlos en ese estado durante más de unos minutos. Hoy no tuve oportunidad de pensar en la posibilidad de fallar, y gracias a eso lo logré sin fallar.
 
Notaba que había movimientos a mi alrededor, pero seguí concentrado en mantenerlos entretenidos y solo oía y veía un poco lo que ocurría en el mundo real. Sin embargo, algo hizo que saliera casi por completo del mundo de los sueños, Silya. Estaba rezando a sus superiores y eso no solía ser bueno… ella no solía rezar casi nunca y cuando lo hacía cosas malas solían suceder. Salí corriendo hacia ella cuando recuperé la coordinación, sin prestar atención a nada más, dándome igual es estado de Cain o si Tefael de verdad había llegado, sólo me importaba ella. Me había criado durante años y ahora estaba en el suelo con manchas de sangre en su boca y sin moverse ni un poco -¡Silya!- grité asustado -¡SILYA!- me estaba ahogando en mi propio ser, no entendía por qué ella había permitido que él viviera a cambio de su vida –No... no no no no no- negué mientras me acercaba sin ser capaz de tocarla, deseando que los superiores no le hubieran destruido el alma tal y como ella había ofrecido. Silya era valiosa ¿No? No la matarían sin más, no lo harían… no, no son tan malvados.

 
Temeroso le toqué el cuello para notar sus pulsaciones… no latía, ni siquiera estaba cálida incluso cuándo había caído hacía unos instantes. –Siliel…- murmuré con voz ahogada –No nos dejes, todavía tienes cosas que hacer aquí, si tú te vas… ¿Qué será de mí?- le pregunté al cuerpo que yacía en mis brazos inerte y frío sin percatarme por el temor de perderla que la oscuridad que tenía era la culpable de aquel estado latente en el que solo podía defenderse sin poder reaccionar, ni moverse, tan solo estarse así esperando poder poco a poco expulsar toda la oscuridad que ahora la custodiaba igual que a un pájaro enjaulado.